Ya os habíamos contado por redes que nuestro director médico, el Dr. Jiménez Acosta, ha participado en una importante investigación internacional junto a profesionales del Imperial College London. Hoy os damos todos los detalles de sus impactantes hallazgos y de las numerosas aplicaciones que pueden tener en el ámbito de la medicina. Quédate y te contamos cómo el Dr. Jiménez Acosta acaba de demostrar que el trasplante de folículos pilosos rejuvenece las cicatrices.
El Dr. Jiménez Acosta es dermatólogo y cirujano de trasplante capilar en la Clínica Mediteknia, además de profesor de investigación en la Universidad Fernando Pessoa Canarias, ambas ubicadas en Las Palmas de Gran Canaria.
El trasplante de folículos rejuvenece el tejido cicatricial
Durante sus muchos años de trabajo en el campo del trasplante capilar, el Dr. Jiménez Acosta había observado, igual que otros muchos colegas, que el injerto de folículos rejuvenecía las zonas con cicatrices. Por eso no dudó en unirse a los investigadores del Imperial College London en este ambicioso proyecto para demostrar científicamente sus sospechas.
En la piel, el tejido cicatricial carece de pelo, glándulas sudoríparas, vasos sanguíneos y nervios. Todos ellos son vitales para regular la temperatura corporal, además de detectar el dolor y otras sensaciones. Además, la cicatrización también puede afectar al movimiento e incluso generar molestias físicas y malestar emocional en las personas.
En comparación con el tejido cicatricial, la piel sana está constantemente sometida a un proceso de renovación por parte del folículo piloso. Se ha observado que la piel con vello cura más rápido sus heridas que la que no lo tiene.
Con todo esto, los investigadores decidieron probar a trasplantar folículos pilosos en crecimiento en tejido cicatricial para ver qué ocurría. Para ello, contaron con la colaboración de tres pacientes voluntarios. Se tomaron pequeñas biopsias de tres milímetros de espesor procedentes de sus cicatrices justo antes del trasplante y, de nuevo, a los dos, cuatro y seis meses del mismo. De esta forma, los investigadores pudieron comprobar cómo los folículos propiciaron profundos cambios en la arquitectura y genómica de las cicatrices, más propios de un perfil de piel sana y sin lesiones.
Una piel renovada y viva
Después del trasplante de los folículos pilosos, estos continuaron produciendo cabello e induciendo la restauración de las diferentes capas de la piel. Entre otras cosas, se observó que seis meses después del trasplante, la epidermis, que en las cicatrices suele estar delgada y vulnerable, había doblado su grosor e incrementado su crecimiento celular. Esto le permitió alcanzar un grosos similar al de la piel sana.
Pero aún hay más. Y es que, en la siguiente capa de la piel, la dermis, el número de células se duplicó y el de vasos sanguíneos casi alcanzó los niveles de una piel normal. Esto demuestra que los folículos propiciaron el crecimiento de nuevas células y vasos sanguíneos en las cicatrices, algo incapaz de conseguir sin ayuda.
Asimismo, los trasplantes capilares redujeron la alta densidad de fibras de colágeno que suele presentar el tejido cicatricial. Esto permitió formar un patrón de tejido entrelazado que redujo la rigidez, un factor clave en los desgarros y la incomodidad.
Un sinfín de posibilidades médicas
Según señala el Dr. Jiménez Acosta, “alrededor de cien millones de personas al año desarrollan cicatrices, solo en los países más desarrollados, principalmente como resultado de cirugías. La incidencia global de cicatrices es mucho mayor e incluye cicatrices extensas generadas tras quemaduras y traumatismos. Nuestro trabajo abre nuevas vías para el tratamiento de cicatrices e incluso podría cambiar nuestro enfoque a la hora de prevenirlas”.
En este sentido, ahora toca seguir investigando para tratar de dar con el mecanismo exacto que hace que el trasplante de folículos propicie estos cambios. De esta forma, se podrían desarrollar terapias que remodelen el tejido cicatricial hacia una piel sana sin necesidad de tener que recurrir al trasplante capilar. Así, más adelante se podrán testar estos hallazgos en piel sin pelo o incluso en órganos como el corazón, que puede presentar cicatrices tras un ataque cardiaco, o el hígado, que puede sufrir cicatrices a causa de la enfermedad del hígado graso y de la cirrosis.
La autora principal del estudio, la Dra. Claire Higgins, del Departamento de Bioingeniería del Imperial College London, apunta que “esto tiene aplicaciones obvias en la mejora de la autoestima de la gente, pero nuestro enfoque va más allá de lo cosmético, ya que hay que tener en cuenta que el tejido cicatricial puede generar problemas en todos nuestros órganos”.